En la actualidad, el reconocimiento de los santos por parte de la Iglesia Católica es un proceso complicado, lleno de escalones y, a pesar de algunos cambios llevados en los últimos años, bastante lento y lleno de arbitrariedades. No obstante, antes de adornar iglesias en Europa, muchas de estas figuras tuvieron sus orígenes de una manera más humilde y cercanas al día a día de los devotos.Un caso, entre tantos vistos en América Latina y El Caribe, es el del Dr. José Gregorio Hernández de Venezuela. Nacido en la humilde población de Isnotú, estado Trujillo, en 1864, este prodigioso médico y erudito fallecido a temprana edad se ha ganado el fervor y admiración de su país, con pequeños altares y monumentos dispersos a lo largo del país en su honor y un sitio importante en las cortes de María Lionza.Luego no podríamos olvidar aquel elemento tan universal como nuestro, como ha sido el sincretismo; surgido de la unión de todas las razas y culturas que convergieron en el Caribe. Esta mezcolanza particular dio paso a algo único y maravilloso e inexorable de nuestra identidad. Llámese San Marcos, Santa Bárbara o Changó, es lo que representa para sus creyentes, los ritos hecho en su honor que afectan nuestras vidas de maneras tan sutiles que ni podemos imaginar, lo que es de verdad importante.La fe es un aspecto inherente de todas las personas y todas las culturas. Hay cosas, fuerzas de la naturaleza que siempre han estado de una forma u otra, que no se pueden negar y muchos menos ignorar si se quiere vivir una vida plena y satisfactoria.